JOAN PUIG MANERA:

Dibujos de Luz en el Horizonte Geométrico

Paula Barreiro López

 

La galería José de la Mano nos permite hoy recuperar la obra de los cincuenta de un artista perdido en las páginas de nuestra historia. Se trata de Joan Puig Manera (Olot, 1921), un pintor catalán, formado en la Escuela de Bellas Artes de San Jordi que, allá por los cincuenta, se marchó a París para poder conocer la vanguardia; y que no sólo la conoció, sino que se integró en la escena artística francesa con éxito.

 

 Geometría,  luz y vibración 

Los cinco primeros años de Manera en París, que son los que se reúnen en esta exposición, muestran la evolución y el afianzamiento de un pintor en la geometría. Así, entre 1956 y 1961, pasó de una figuración de reminiscencias metafísicas a una geometría vibrátil.

Ya desde las primeras obras se demuestran las características de un estilo que se va a hacer más personal a medida que avancen los años. Este se caracteriza por la geometrización de la forma; la primacía de la línea; el uso de las texturas; el  empleo de una limitada paleta cromática.

Su geometría no es aquella de orden matemático, quasi-industrial y despersonalizada de los artistas coetáneos August Herbin u Olle Baertliz, sino que presenta claras reminiscencias líricas. Sus pinturas mantienen un equilibrio entre construcción y expresión que encontramos también en el artista español coetáneo Eusebio Sempere. Además, las obras de Manera refieren a un universo simbólico que sobrepasa el contenido plástico y no permite concebirlas como meras composiciones de líneas y formas en el plano, pues para Manera “incluso los cuadros más abstractos simbolizan un tema figurativo, histórico o religioso"

La geometría de Manera se construye a través de la línea, la cual  modela la forma y disecciona el espacio. En ocasiones, evidente por su perfilado en negro y su hendidura en la capa de preparación; en ocasiones latente en los perfiles de las formas, la línea es, en los cuadros de este pintor, el mecanismo de construcción de la estructura. Como escribía Julián Gállego en 1960:

“Si nos fijamos en el contorno de estas superficies, nos encontramos muy a menudo que no forman mas que una sola línea no interrumpida de un ángulo a otro de la tela, hilo conductor de este laberinto en apariencia tan sencillo"

Junto a la línea, Manera emplea la pintura para crear texturas, desarticulando la rigurosa rotundidad de la forma. La utilización de una gruesa capa de preparación, sobre la cual aplica el óleo, favorece los matices. Además, aplica los colores con degradados, veladuras y, en ocasiones, empastes que avivan la composición. El cromatismo, parco en colores, juega con la escala de grises, negros, blancos y, ya a en los albores de los sesenta, los azules. A partir de esta gama Manera invoca la luz. Sus cuadros presentan unos focos de intensidad cromática blanca que introducen una luz interna en la composición; “la lumière interieure, ce mystere”, como la describe Craven. Esta luz, que también encontraremos en las obras de los sesenta de Joan Claret, se convierte para Puig Manera en una materia a apresar en el lienzo, pues como el mismo indica: “lo que más me importa de mi obra es la luz, más que el color". Conjugando ambos recursos, línea y cromatismo, Manera ofrece una visión calidoscópica, en donde predominan las  transparencias geométricas y el ritmo, creando una poética de la luz y del espacio.

Estos mismos recursos dan soporte a los juegos visuales que le llevarán a los límites del arte cinético. Un cinetismo de la luz que ha sido definido por Manera como: “movimiento, logrado gracias a diferentes planos de luz". Este camino que definirá su trabajo más adelante, tiene sus orígenes en las obras de los cincuenta. Así, en algunos cuadros llega a efectos vibrátiles por la repetición de las figuras, el uso de las veladuras, el empleo de las superposiciones, los cambios de dirección y la utilización de la tonalidad. A partir de estas tácticas se producen efectos de acercamiento y profundidad de la imagen, de desenfoque y de movimiento. Además, sus obras presentan un dinamismo interno por la utilización de las diagonales y la superposición de las figuras en múltiples direcciones. Él mismo ha explicado el procedimiento:

“Un cuadro está formado por diversos planos de luz. Cuando estos logran estar ajustados se crea una tensión y el cuadro vibra. Se produce como una forma de electricidad, un magnetismo que ha de comunicarse al espectador. Y esto no es privativo del cinetismo, ni del arte abstracto. Sucede en todas las tendencias"

 No obstante, estas primeras obras todavía se sitúan en un espacio intermedio entre geometrismo lírico y el cinetismo, o en “su justo marco”, como ha destacado Daniel Giralt-Miracle. En realidad, dando un salto histórico con permiso del lector, podríamos aplicar a estos cuadros la categoría de perceptual abstraction acuñada por William Seitz, pues Manera consigue, mediante el uso del cromatismo una delicada estimulación de la visión

Aunque podemos ver una evidente evolución de la problemática plástica de Manera, lo cierto es que su obra no sigue una línea cronológica clara de la figuración a la abstracción. En efecto, el pintor catalán va abriendo nuevos caminos, a medida que va afianzando su estilo, que continúa, paralelamente, a lo largo de los años. Aunque las primeras obras figurativas desembocan en la experimentación con la abstracción, Manera no abandona este camino inmediatamente. El año 1956 marca, en términos generales, el inicio de cuatro series que va a desarrollar en mayor o menor medida hasta 1961.

La primera es la serie figurativa, que se inicia con Mujer en la ventana.  En ella realiza un progresivo proceso de geometrización del cuerpo femenino, mediante líneas triangulares y elípticas, que nos llevan a pensar en Jacques Villon. Manera realiza un delicado uso del cromatismo (blancos, hueso y rosa), que contrasta con la gruesa capa de preparación utilizada y la textura del óleo.

 A continuación, se encuentra la serie de triángulos curvos, que realizó hasta 1958. Ésta es una continuación de la problemática precedente, pero eliminando la figura y complicando la composición. De esta manera, emplea la repetición y la superposición caótica de figuras geométricas con empastados grises, negros y blancos. Las líneas, que adquieren mayor protagonismo por perfilarse en negro, parecen esgrafiados en la gruesa capa de preparación. Tanto en esta serie, como en la precedente, Manera juega con los elementos básicos del dibujo, que es la línea y con los de la pintura que es el color.

En tercer lugar, desarrolló otra serie de figuras geométricas con veladuras, en la que repite una forma y la superpone, consiguiendo juegos de transparencias, a través del color. Comenzó utilizando la forma del triángulo que empleaba en las otras series, aunque podemos encontrar también el uso del círculo. En este caso la regularidad de las figuras, la limpieza de los perfiles es innegable. La línea se integra en la forma y deja de perfilarse, tan claramente como en los anteriores, formando parte de los límites de las figuras que se difuminan en el juego de transparencias. En el año 1957 se atreve con los rectángulos y con los cuadrados, superponiéndolos y multiplicándolos, mediante veladuras, lo cual provoca un efecto de desenfoque que nos lleva a los límites del arte óptico. A partir de 1959 amplia la paleta, incluyendo una gama de azules que no había utilizado demasiado hasta entonces. Estas fueron las obras que parecieron más genuinas al su marchante John Craven, quien le animó a continuar avanzando en ese camino. Quizás por ello, sea la serie que consta de más obras. Le escribía, en 1958:

“Usted sabe que mi preferencia inmediata fue por las telas simplísimas, digamos hechas a partir de rectángulos para comprendernos mejor […] Ahora se porque:

En las telas de “rectángulos”, hay una manera de hacer que no me recuerda nada. Es solamente usted. Con un dominio del color y la materia. Todo es perfecto y se ve que domina totalmente la situación. Hay una luz interior insólita".    

Por último, realizó una serie de curvas en las que resume los procedimientos precedentes. Aunque contamos con una obra ya en 1957, la mayor parte de las mismas las realizó en 1960 y 1961. En ellas vuelve a la paleta cromática sobria y al uso de la veladura, creando diferentes tonalidades. La línea adquiere una libertad mayor, al no verse constreñida a una forma definida. Las líneas convergen, se expanden, se encojen,  creando un mar de aguas en movimiento provocan efectos dinámicos.

 

A modo de conclusión

Pionero de la abstracción geométrica de los cincuenta, Joan Puig Manera forma parte de los jóvenes artistas en París que defendieron esta vertiente en sus momentos más duros, como Víctor Vasarely, Julio Le Parc, Francisco Sobrino, Eusebio Sempere, Jesús Rafael Soto, etc. Así, participó en el proceso de implantación de la geometría como tendencia en suelo francés. Y es que los cincuenta no fueron fáciles para estos artistas, pues aunque existían espacios de apoyo y difusión, como ya hemos apuntado, la preeminencia del informalismo era clara. No obstante, la balanza de la abstracción fue decantándose por la geometría a finales de la década y, como ha destacaba Denise René en la Documenta de Kassel de 1959:

“A partir de 1958 el tachismo ya no nos molesta. Los aficionados están cansados de los sempiternos embadurnamientos. Quieren algo sólido, y nosotros lo tenemos. El canto del cisne de esta tendencia fue la enorme exposición Documenta en Kassel, en 1959. Rodeados por kilómetros de informal, todos los “construidos” se amontonaban en un pasillo. ¡Había que ver el gesto aturdido de la gente, yendo de una sala a otra, ebrios de materia bruta, y finalmente encantados al tropezar con nuestras esferas, líneas rectas, cuadrados!"

Con la entrada de los sesenta, las tendencias experimentales, cinéticas y  programmatas, que se habían mantenido en pugna y desarrollo a lo largo de los cincuenta, van a convertirse en una de las alternativas válidas a la crisis del informalismo. A partir de entonces, los artistas geométricos comenzarán a surgir en masa en todos los rincones de occidente. En ese momento, Manera se encontraba realizando una obra plenamente madura.

Lamentablemente, pocos han sido los estudios dedicados a este artista y su presencia en la historiografía española o francesa es mínima. Su trayectoria personal, realizada al margen de los caminos canónicos de la vanguardia española, le han supuesto la marginación de las nuevas iniciativas de recuperación de las tendencias españolas de los cincuenta y sesenta. Es por ello que esta exposición supone la oportunidad de comenzar a emplazar a Joan Puig Manera en el lugar que se merece.

  P.B.L.



Para profundizar en la cultura artística de los cincuenta y el panorama de exposiciones, remitimos a la siguiente selección bibliográfica: JIMÉNEZ-BLANCO CARRILLO DE ALBORNOZ, María Dolores, Arte y Estado en la España del siglo XX, Madrid, Alianza, 1989; Del surrealismo  al Informalismo. Arte de los años 50 en Madrid, Madrid, Sala de Exposiciones de la Comunidad de Madrid, 9 mayo-14 julio, 1991; CABAÑAS, Miguel, La política artística en el franquismo, Madrid, CSIC,  1996; España años 50. Una década de creación, Málaga, Museo Municipal de Málaga, febrero-mayo, 2004.     

La necesidad de la salida de España tenía su origen, en gran parte, en el afán de formación y de apertura del estrecho panorama artístico en el que vivían estos artistas en sus ciudades natales. Sobre este tema existen numerosos testimonios de artistas en los que se denuncia, precisamente, la imposibilidad de acceso a la vanguardia. Así, por ejemplo, para Ángel Duarte, había “un gran atraso y una fuerte resistencia ideológica a sacar la pintura de las fórmulas ramplonas y acabadas en las que se movían los académicos del Régimen. El arte nuevo no llegaba” (FRANCO DOMÍNGUEZ, Antonio, “Recuperación de un escultor”, en Ángel Duarte., Cáceres, Centro de Exposiciones de la Plaza de San Jorge (Junta de Extremadura), noviembre-diciembre, 1992, p. 16).

La llegada de la primera generación de artistas geométricos españoles se fue jalonando, desde finales de la década de los cuarenta, hasta finales de la década de los cincuenta. Los primeros en instalarse en París fueron Pablo Palazuelo en 1948 y Eusebio Sempere en 1949; en 1952 residió, durante un año, Amadeo Gabino. En torno a 1954-1956 fueron llegando los futuros miembros del Equipo 57: Ángel Duarte en 1954,  José Duarte, Juan Serrano, Ibarrola y también Leoncio Quera Tisner, Joan Puig Manera, en 1956, al igual que Vicente Castellano y Salvador Victoria. En 1957, Manuel Calvo. Ya hacia finales de la década, en 1958, llegó Salvador Montesa, en 1959, llegó Francisco Sobrino tras su estancia en Buenos Aires, junto con otros tres argentinos Hugo Demarco, Horacio García-Rossi y Julio Le Parc, con quienes fundó en 1960 el GRAV. En dicho año llegaron Jordi Pericot, quien mantuvo excelentes contactos con el GRAV, Lola Bosshard, José María Gorrís y Felipe Vallejo. Estos últimos artistas pertenecerán a la renovación de las tendencias geométricas a partir de 1966. Junto a estas estancias, de duración más larga, hay que considerar también los viajes esporádicos de artistas y críticos, tan determinantes para el posterior desarrollo de la geometría en España, como Vicente Aguilera Cerni, en los cincuenta y Julio Plaza, Elena Asíns y José María Yturralde, en los sesenta. Además de estos, existían las particularidades de aquellos que habían emigrado años antes, como fue el caso de Jacinto Salvadó –residente en Francia desde 1919–, quien se encontraba plenamente integrado en el ambiente cultural y participó, ya desde otra posición, en las diversas actividades planteadas en la capital parisina.

Comentario de Manera en DALFO, Javier, “Un pintor español en París”, Revista, nº 295, Barcelona, 7-13 diciembre, 1957, s/p.

Por ejemplo, ya desde 1950, Edgard Pillet y Jean Dewasne habían comenzado su andadura con el Atelier d´art abstrait, que pretendía ser un lugar de reflexión y de formación en torno al arte abstracto. Véase, VIÉVILLE, Dominique,  “Vous avez dit géométrique?...”, París, París, París, Centre George Pompidou/Editions Gallimard, 1992, p. 420 ; “L´atelier d´art abstrait.”, Art d´Aujourd´hui nº 2, París, noviembre, 1950, s/p.

Algunos de los artistas que participaron en el colectivo fueron Alberto Lardera, Nicholas Schöffer, Piero Dorazio, Jean Gorin, Ollé Baertling, Etienne Beothy,  Véase GROUPE ESPACE, “Manifeste”, Art d´aujourd´hui, nº 8, París, octubre, 1951, p. 1.

El apoyo a una determinada tendencia, por parte de ciertas galerías y revistas, era una práctica habitual en la época. Como explica Harry Bellet: “cada una [tendencia] tenía su revista (Art d´Aujourd´hui para los geométricos, Cimaise para los otros), sus heraldos (Léon Degand y Michel Seuphor se oponían a  Michel Ragon y Charles Estienne a todo el mundo) y sobre todo sus galerías” (BELLET, Harry, “Une génération éperdue ”, L´art en France 1945-1990, Fréjus, Fondation Daniel Templon, 3 julio- 16 septiembre, 1990, p. 25). Todos los textos en francés han sido traducidos por la autora.

Según nos ha contado el artista Xavier Valls, en Barcelona era frecuente que, para conseguir el pasaporte, el Instituto Francés dividiera una beca de 12 meses en 12 becas de un mes, para permitir la salida legal del país al mayor número de artistas posible (Entrevista con el señor Xavier Valls, realizada por la autora, en su domicilio de París en marzo de 2006).

Los programas de estudios de las academias de bellas artes eran muy conservadores, obviando las  tendencias contemporáneas. En este sentido son especialmente significativas las palabras de Eusebio Sempere sobre sus años de estudio en Valencia, que ejemplifican bien el estándar de formación de los artistas españoles de la época: “Concretamente, estaba pujante el sorollismo en Valencia y cada profesor, en las diversas asignaturas, nos obligaba a que pintásemos como Sorolla […] de jóvenes parece que cuando a uno le obligan a uno empecinadamente a una cosa uno se enfrenta a ello. Así fue como decidimos todos los jóvenes ser antisorollistas […] Circulaban entonces por la Escuela de Bellas Artes unas estampitas de Van Gogh, de Gauguin y de otros impresionistas. Los profesores no podían verte con aquello en las manos…” (SEMPERE, Eusebio, “Forma movimiento y comunicación”, Eusebio Sempere. Una antología 1953-1981, Alicante, Lonja de Pescado, 27 febrero-5 abril, 1981, p. 304).

Comentario de Manera en AMIR, Xavier, “Joan Manera, numero uno del arte cinético”, Sitios de Gerona, Gerona, 2 diciembre, 1978.

El Colegio de España contó con una nómina de artistas elevada, entre sus residentes. Entre los cuarenta y cincuenta vivieron Vicente Castellano, Eusebio Sempere, Eduardo Chillida, Pablo Palazuelo, Xavier Valls, Salvador Victoria, Ramo, Balaguer, Leoncio Quera Tisner, Julio Antonio Ortiz, Juan Vilacasas, Francisco Farreras, Ricardo Zamorano, etc.

No es de extrañar, por tanto, que se produjeran contactos de lo más inesperados entre futuras personalidades del arte internacional, como fue el caso de Pablo  Palazuelo y Elsworth Kelly que se conocieron en el restaurante universitario. Como explica Palazuelo: “podría decirse que Elsworth Kelly empezó conmigo, o mejor dicho, que tuve algo que ver con su descubrimiento. Él estaba en la ciudad universitaria de París, en el colegio de los Estados Unidos, con una beca. En el restaurante había montones de estudiantes y un día Kelly estaba sentado entre Chillida y yo. Era todo un personaje. Se negó a aprender francés, así que aquel día no podía entenderse con el camarero. Entonces yo le traduje al camarero. A partir de ahí empezamos a hablar de lo que era cada uno […] Vino a mi estudio a ver mi obra y yo fui al suyo […] Le hablé al director de Maeght de este pintor norteamericano. Tras ver su obra le ofrecieron que expusiera en una muestra de artistas jóvenes que se celebraba todos los otoños […] Le compraron cuadros y entró en la Galería Maeght ” (PALAZUELO, Pablo, Geometría y visión. Una conversación con Kevin Power, Granada, Diputación Provincial de Granada, 1995, p. 20).

Jeunes peintres espagnol, París, Colegio de España, 1956. Véase también SENTI ESTEVE, Carlos, “Una exposición en el Colegio de España”, Levante, Valencia, 1 agosto, 1956, p. 4. Este premio no era el primero que conseguía Manera, sino que, en 1954, ya había ganado una mención en la II Exposición de Arte Universitario de Barcelona (“Fallo del jurado de la II exposición regional de arte universitario”, Estilo, nº 6, Barcelona, mayo 1954, s/p).

Peintres espagnols d´aujourd´hui : Balaguer, Beti, Edo, Monzón, Sempere, Vargas, Victoria, París, Cité Universitaire, 1957.

Exposition des peintres Tran Quang Hieu–Joan Puig, París, Maison de l’Indochine, 07 febrero 1958.

Le Figaro publicó una crítica de la exposición Hommage à la littérature française, en la cual artistas españoles realizaban una interpretación plástica de los maestros de la literatura francesa. Sobre Manera, quien se había inspirado en Eugene Ionesco, se escribía: las sillas de Ionesco se trasmutan por Juan Puig Manera en blancos y grises arabescos que provocan en el visitante un sentimiento de relajación y de paz interior (“La littérature française inspire les peintres espagnols”, Le Figaro Littéraire,  París, 21 de septiembre, 1957, s/p).

ARRABAL, Fernando, “Tres pintores españoles en París. Beti, Puig y Vargas”, 1958 (Archivo privado Joan Puig Manera, en adelante APJPM).

BAGOT, Michel,  “Rue de l´avant-garde”, Réalités, nº 163, París, agosto, 1959, p. 65-66.

El 10 de julio de 1958 John Craven le envía una carta a Manera en la que le comenta sus preferencias sobre su obra.  

[Exposición], París, Galería Craven, 11 junio -1 agosto, 1959. Vuelve a participar en otra, en la misma galería, con una lista de artistas similar en los meses de junio y julio de 1960.

“Manera”, France Observateur, nº 556, París, 29 diciembre, 1960, s/p.

“Manera. Nuancé”, Arts, París, 28 diciembre 1960- 3 enero 1961, s/p. Manera, París, Galería Craven, 02-21 diciembre 1960.

 

En 1959 expone, junto con Dubuis, Franquinet, Kolos-Vary, Krizet y Selim, en la galería “ La Bussola ” de Turín, 5 pinturas y 9 gouaches.

 

La agenda personal del artista de 1959 demuestra claramente como Craven es quien le encuentra las oportunidades de exponer. Así, el 31 de enero anota planes de futuras exposiciones en Londres. Dice: “[Craven] me habla de una exposición en Londres” (APJPM). La exhibición fue Abstract Variations, realizada en la galería Paris Gallery. Además, se barajó realizar otra muestra en Nueva York (nota de 10 de julio de 1959). En los sesenta, tras su participación en el Carnegie Internacional, la crítica francesa Claire Guilles Guilbert se encargó de hacer de mediadora con los clientes americanos, quienes, según la documentación, fueron los que compraron una gran parte de su producción.

Abstract Variations, Londres, Paris Gallery, 29 mayo-1 agosto, 1959.

Premier manifeste du Salon des Réalités Nouvelles, París, 1948, s/p.

El Salon se hizo cada vez más internacional y reunió a una gran variedad de agrupaciones artísticas extranjeras que trabajaban dentro de las premisas del arte concreto. Prueba de ello es que, la primera incursión europea del grupo argentino MADI se realizó en el Salón de 1948. Igualmente, a lo largo de esos años Réalités Nouvelles contó con un gran número de representantes extranjeros como la suiza Lili Erzinger, Movimento Arte Concreta (Italia), las inglesas Paule Vezelay o Barbara Hepworth, los americanos Rudolf Bauer, Perle Fine o Alice Mason, y diversos españoles, como el Equipo 57, Eusebio Sempere, Jacinto Salvadó y Joan Puig Manera.

Véase 14eme Salon des Réalités Nouvelles: Nouvelles Réalités, París, Musée des Beaux Arts de la Ville de Paris, 6-26 julio, 1959.

Agenda personal de 1959 de Joan Puig Manera. Nota del 29 de diciembre de 1959 (APJPM).

Inventario de Joan Puig Manera, s/f (APJPM).

Por ejemplo, en 1958 en el Diario de Barcelona se escribía sobre Puig Manera en “Ampurdaneses en París” (Diario de Barcelona, 31 diciembre, 1958, s/p).

 

Véase VALLES ROVIRA, José, “Joan Manera”, Telexpres, 1974;  AMIR, Xavier, “Joan Manera, numero uno del arte cinético”, Sitios de Gerona, 2 diciembre 1978, s/p.  Además, en su agenda personal de 1959 consta  en  una nota del 31 de diciembre la dirección de Aguayo (APJPM).

 

El 17 de junio de 1959 consta, en su agenda, la anotación de la visita de Miró a su estudio y añade: “todo el mundo habla dice” (APJPM).

 

Igualmente, en 1958, Joaquín Pérez Villanueva, el que será Director General de Bellas Artes le compra un cuadro (Carta de Joaquín Pérez Villanueva, fechada en Madrid el 4 de marzo de 1974).

Al mismo tiempo expuso en una colectiva de arte ampurdés, junto a Massanet, Massot, Molons, Sibecas, Vallès, en la que se publica un texto de Dalí (Primera Manifestación Pictórica de Arte Contemporáneo Ampurdanés. Manera, Massanet, Massot, Molons, Sibecas y Vallès, Figueres, Casa Consistorial, 23 diciembre 1960-08 enero 1961). 

AMIR, X., “Joan Manera…”, art. cit., 1978, s/p.

GÁLLEGO, Julián, “Manera, luz y movimiento”, Manera, op. cit., 1960, s/p.

Carta de John Craven a Joan Puig Manera, fechada en París el 10 julio 1958 (APJPM).

PUJADÉS, Pius,“Manera un pintor ampordanés aunque nacido en Olot”, El Correo catalán, Barcelona,  6 octubre 1973, s/p.

AMIR, X., “Con Joan Manera, el número uno del cinético”, El Correo Catalán, Barcelona, 23 mayo 1974, s/p.

PUJADÉS, P., “Manera...” art. cit., 1973, s/p.

Este punto intermedio ha sido también destacado por Daniel Giralt-Miracle en un artículo sobre Manera. Escribía: “Aun no siendo cinético puro, su obra, situada en su justo marco, tiene algo del sabor de la producción de un Herbin o un Mondrian. No es un geometrismo lineal, frío y uniforme, propio de los pintores que trabajan en acrílicos, sino que sus formulaciones son las de un pintor al óleo que ha descubierto en la búsqueda de unos determinados ritmos un mundo fabuloso, inmaterial, laberíntico, que por su misa simplicidad pero por la riqueza de su abstracción se nos antoja misterioso y meditativo” (GIRALT-MIRACLE, Daniel, “Manera en Dau al Set”, Destino, Barcelona, 22 junio 1974, s/p).

 

Basándose en los estudios de la psicofísica de finales del XIX y la teoría de la gestalt, Seitz, con motivo de la exposición The responsive eye en 1965, establecía una nueva categoría artística: perceptual art. Bajo esta denominación, el conservador, pretendía aunar las tendencias artísticas que privilegiaban los fenómenos perceptivos. Véase SEITZ, William, The responsive eye, Nueva York, MoMA, 1965.

Carta de John Craven a Joan Puig Manera, doc. cit., 1958 (APJPM).

Comentario de Denise Rene en El arte abstracto y la Galería Denise René, Palmas de Gran Canaria, CAAM, 18 septiembre-18 noviembre, 2001, p. 370.

 

Los textos más importantes dedicados a este artista salen de artículos de prensa y de presentaciones de exposiciones. Una gran parte se encuentra recogida en Joan Puig Manera, Figueres, Museu de l’Empordà, 24 noviembre 1978-enero 1979.